Cuando Marta Martín decidió federarse como futbolista sus padres la apoyaron. Pero era extraño. A mediados de los años 90 en España las mujeres que querían disfrutar del balompié tenían que sortear obstáculos tales como la falta de jugadoras, de equipos, los peores horarios, las peores instalaciones, vestuarios con mezcla inverosímil de edades. Ir puerta por puerta buscando compañeras con las que formar un plantel. Y el foco puesto sobre ellas de manera constante, juzgando sus movimientos, sus gustos, su forma de vestir. Aguantando comentarios sobre si eran tan marimachos que parecían hombres o tan femeninas que no sería capaz de ir al choque sin romperse.
Hoy Marta entrena al infantil femenino del Real Valladolid. Jugadora con más de diez años de experiencia federada, en los que “la oportunidad de tener un vestuario completamente femenino lo disfruté mucho, la complicidad, los viajes, el pasar las glorias y las penas y saber que sienten lo mismo que tú, el aprendizaje, y los recuerdos que te quedan”, la picó el gusanillo por el banquillo y comenzó a hacer sus primeros pinitos junto al equipo de su hijo. Un pequeño que hoy se forma en un fútbol base muy diferente al que conoció su madre. O quizá no tanto.
“Antes extrañaba mucho más ver a mujeres jugando al fútbol, se cuestionaba. Y ahora no, estamos mucho más familiarizados” asegura la entrenadora, que pone en valor que “hemos normalizado que llegue nuestra hija y diga que quiere jugar al fútbol, hemos dado un salto grande”. Y sí, hoy en día, por lo general, las niñas ya no tienen que pasar por otros deportes a ver si se les quita eso del fútbol de la cabeza, porque a ver qué iban a pensar, que igual no era un deporte para ellas. Hoy hay referentes que sirven de inspiración, en lo más alto una Alexia Putellas que “lo que ha conseguido a nivel nacional no lo ha conseguido ningún futbolista a día de hoy”, y que permite que muchas pequeñas sueñen con ser ella cuando crezcan.
La falta de continuidad en el fútbol base femenino
En ese camino de crecimiento, de visibilidad, de ganar afición, de abrir puertas y crear espacios seguros para que las deportistas crezcan desde edades iniciales, el Real Valladolid ha dado esta temporada un paso adelante con la creación de sus equipos benjamín, alevín e infantil exclusivamente femeninos. “Además de ilusionante, necesario” califica la entrenadora este proyecto en el que “se están haciendo las cosas muy bien empezando por la base, y tiene que ser un no parar para que esas futuras niñas según vayan creciendo puedan tener cabida en equipos superiores”.
Marta Martín se muestra positiva a lo largo de toda la entrevista, realizada en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, un altavoz para poder destacar aspectos cuya reivindicación se realiza de manera diaria. No obstante, siempre subyace una sensación doble, la de “cómo han cambiado las cosas a veces, y otras de que esto no ha cambiado tanto”.
Por ejemplo, las niñas a partir de los 15 años siguen viendo su trayectoria hipotecada, al menos en Castilla y León, donde no existen ligas de mujeres a ciertas edades. “Cuando cumplimos esa edad están obligadas a jugar en fútbol femenino y no pueden seguir compitiendo en mixto. A partir de 13 años pueden estar jugando con y contra mujeres de 30, es otra complicación. Sería maravilloso que pudiéramos tener todas las categorías sin saltarnos ese cadete y juvenil, hasta la formación adulta” reclama ella, quien subraya que “la niña que juega pone mucha pasión y si no se les facilita eso muchas acaban dejando de jugar”.
Y sí, es necesaria una pasión superior a la de los niños, y ahí existe una desigualdad. Porque “en muchas ocasiones vienen niñas del extra radio o de otras capitales a jugar donde hay equipos femeninos”, un problema que no conocen los varones, quienes “no tienen problema de continuidad, hay desde la base hasta donde quieras, y posiblemente en su barrio tenga hasta varios clubes para poder jugar en diferentes categorías”.
Además, las niñas rara vez disponen de equipos íntegramente femeninos en los que formarse, y crecen en conjuntos mixtos que “no son tan mixtos, son una o dos niñas por equipo, no hay tanta mezcla como para que unos nos entendamos con los otros” lo que deriva en que “no siempre las chicas son bien recibidas, he tenido experiencias de niñas que venían encantadas de jugar en mixtos, y otras no tanto”.
Por todo ello, Marta Martín considera que “es muy necesario que clubes y federaciones trabajen por fomentar el fútbol femenino, dar visibilidad y mucho apoyo, fomentarlo desde la base, que se llenen los campos de niñas pequeñas jugando”. Y plantea fórmulas, como la de “facilitar que la ficha de ese año en las niñas sea más baja para intentar sacar equipos adelante”. Sobre todo, “no ser la obra social de los clubes, sino realmente una preocupación” y pone ejemplos prácticos, como la importancia de “configurar horarios teniendo en cuenta que no todas las jugadoras te van a venir de al lado de casa”.
Cada vez más concienciados
Si bien hay asignaturas importantes pendientes, también hay otras en las que se ha conseguido pasar del suspenso al notable. “Seguimos usando el ser mujer como insulto” lanza la entrenadora a quemarropa, algo que “está a la orden del día” a pesar de que “en ningún momento la condición de género puede ser insulto para nadie, tenemos que trabajar mucho en esto como en otros aspectos como el racismo”.
Lo sabe bien porque ella misma, junto a su equipo, ha vivido esta temporada 2022-23 (es necesario poner el año) una situación execrable. “Fue un partido bastante disputado quese fue calentando un poco en cuanto a entradas y a violencia verbal” recuerda, en el que “las jugadoras salieron bastante afectadas por los insultos que recibían solo por ser chicas jugando al fútbol”. Ante esto, pidió a sus jugadoras (nacidas entre 2008 y 2011) aislarse ya que “aquello que no me deja avanzar, lo aparto; sé que quieren sacarme del partido, su objetivo es decir algo que cada vez iba a más para ofender, pero ellas saben por qué están aquí, por qué hacen esto”.
Una fortaleza que, una vez más, no contemplan sus compañeros niños ya que nadie insulta a otro por el hecho de ser un varón jugando al fútbol. No obstante, y aunque la realidad es que estos son hechos aislados hoy, “se siguen escuchando comentarios machistas obsoletos en los días en los que vivimos”.
Cualquiera que se haya criado en el fútbol de los 90 o principios de los 2000 habrá escuchado en los campos, en ligas provinciales o regionales, comentarios despectivos hacia las mujeres que intervenían, principalmente árbitras. Desde el vete a fregar, o el fútbol es cosa de hombres, a improperios soeces o sexualizados. En la España del año 2023 esas soflamas están, por lo general, mal vistas y no se escuchan con aquella frecuencia. Es difícil de encajar “que recibas un desprecio solo por ser mujer, cuando ellas aman este deporte igual que cualquiera” y también complejo “levantar ese vestuario en muchas ocasiones”, pero Marta Martín quiere también “mandar un mensaje positivo, cada vez estamos más concienciados”.
Un 8M para recordar
Ese camino que han transitado tantas y tantas mujeres, que han peleado por abrir un hueco a su pasión y hacer que un mundo de hombres se convierta en un mundo de todos y todas, llega hasta hoy, este 8 de marzo. Y se sigue pugnando, desde el feminismo, por ver reconocido algo tan básico como la igualdad.
“El que quiera criticar lo puede hacer por una cosa o la contraria. Yo como me ponía una falda el sábado y me pintaba el ojo porque me gustaba, no podía jugar bien al fútbol” rememora sobre las críticas que recibían en su época de jugadora. Y defiende con rotundidad: “Creo que ha avanzado mucho, vemos una sociedad más diversa en todos los aspectos, que cada uno sea como quiera ser y se dedique a lo que quiera”.
La conversación fluye y sale del terreno de juego, del mundo del fútbol, para abordar “estigmas de las mujeres que no tienen los hombres”. “No queremos mostrar debilidad y si la reconoces te hace más débil, siempre estamos en constante superación para demostrar que sí podemos, aunque luego me monte en el coche y tenga un peso sobre los hombros, con la sensación de no llegar a todo, como lo tendrán muchas otras madres y padres” argumenta Marta Martín, que comparte que “es difícil reconocerlo para que no te digan que no puedes con ello, eso no cabe en alguien que está luchando por abrirse camino en un mundo que no siempre nos lo pone fácil”.
Aquí subyace otra situación, el de las mujeres que han decidido ser madres. Y la diferencia que existe respecto a los que deciden ser padres. “Un hombre no va a tener problemas por tener hijos. Es muy importante el apoyo de la pareja porque hay una parte que te pueden hacer llegar a sentir mal porque no estás cumpliendo con tus labores de madre”, esgrime, y concreta su argumento: “Un hombre se ausenta de su casa porque va a un torneo cuatro días y nadie se lleva las manos a la cabeza, si lo hace una mujer te preguntan qué vas a hacer con el niño, y eso jamás se lo preguntan a un padre”.
Una realidad que también está en trámites de ser cambiada, un proceso en el que pide la colaboración de los clubes “para facilitar esa conciliación”, con el hándicap de que “nos ha tocado ser el horno de hacer esos bebés, por naturaleza, y si quieres ser madre te tienes que tomar un impás de tiempo”. Por eso se muestra encantada “de ver ahora a Alex Morgan como va cargada de su niña a todos los sitios, y dar esa visibilidad”.
Para concluir, Marta Martín lanza un mensaje trascendente. “Se ha avanzado pero todavía queda mucho por avanzar, como cuando se cuestiona que una mujer pueda estar en un puesto de dirección de un Club de fútbol, por ejemplo” por lo que pone en valor la necesidad de la reivindicación del 8 de marzo en el que “se recuerden épocas pasadas en las que las mujeres no hemos tenido tantos derechos”. Y reflexiona, como broche, invitando a no olvidar: “¿Por qué día de la mujer y no del hombre? A lo mejor ese género no ha tenido que pasar por todas las cosas por las que hemos pasado las mujeres, y es importante recordarlo y que lo recordemos como sociedad al completo”.