El adiós a una leyenda blanquivioleta
Borja Fernández cuelga las botas después de dos ascensos y 219 partidos con el Real Valladolid
El adiós de un jugador comprometido. De un futbolista que ha llorado de alegría y de tristeza por el escudo del Real Valladolid. De un centrocampista gallego cuyo corazón está, irremediablemente, pintado en blanco y violeta. Borja Fernández cuelga las botas.
Una de las leyendas modernas del Pucela se retira. Toma la decisión dejando al equipo de su vida asentado en Primera División, una hazaña que no ha sido fácil y en la cual el capitán ha tenido un papel relevante desde su llegada a orillas del Pisuerga en el verano de 2006.
Borja Fernández (Ourense, 14 de enero de 1981) se formó en la cantera del Real Madrid, club con el que debutó en Primera División a los 22 años. Tras una campaña en Mallorca el mediocentro fue presentado como jugador del Real Valladolid el 30 de agosto de 2006 cuando, a la edad de 25, buscaba protagonismo en un Club que anhelaba regresar a la élite.
La unión entre Pucela y el jugador gallego no pudo empezar con mejor pie. A las órdenes de Mendilibar se convirtió en un imprescindible en el ‘Valladolid de los récords’ que fulminó el registro de puntos en Segunda para ascender con ocho jornadas de antelación y proclamarse Campeón.
Ahí comenzó un idilio que se ha prolongado a lo largo de siete temporadas, en tres etapas diferentes, para completar un total -a falta de lo que pase este sábado- de 219 partidos oficiales disputados con la blanquivioleta repartidos entre Primera (109), Segunda (95, cuatro de ellos de playoff de ascenso) y Copa del Rey (15). En total ha anotado, para el Pucela, seis goles.
Uno de los más veteranos
Borja se ha despedido rodeado de los suyos, este viernes 17 de mayo de 2019 que ya es una fecha para la Historia. Previsiblemente, jugará su último partido con 38 años, cuatro meses y cuatro días, lo que le auparía a la cuarta posición de jugadores más veteranos en jugar con el Pucela. Se quedará a tan solo cinco días de superar a Paco Lesmes (I), a unos meses de Fenoy y cerca del primero, el portero Alberto López, que lo hizo con 38 años y 9 meses.
Tras concluir la temporada 2009-10, con la tristeza del descenso, jugador y Club separaron sus caminos por un tiempo. Del fútbol de Borja disfrutaron en Getafe, Coruña (donde fue campeón en Segunda) y Eibar. También en la India, de donde salió convertido en un emblema del Atlético de Kolkata. Un amplio bagaje que trajo de vuelta a Zorrilla en enero de 2016.
Llegó para ser titular como blanquivioleta, para reforzar al equipo en una temporada para el olvido en la que el Real Valladolid cambió dos veces de entrenador y se quedó a cuatro puntos del descenso a Segunda B. En las malas es donde queda a las claras el compromiso, la fidelidad, el sufrimiento. Y aquella temporada fue dura, pero sirvió para robustecer el papel de Borja como uno de los nuestros.
Almería fue su último destino fuera del Estadio José Zorrilla, fuera de su casa. Volvió con 36 años para escribir la Historia, para disipar las dudas y para demostrar que se trata de un profesional impecable que gracias a una cuidada preparación ha mejorado, como el vino, con el paso del tiempo.
Su papel en el reciente ascenso fue clave, disputando 37 partidos y anotando goles tan importantes como el conseguido en Soria, en liga regular, que permitió al Real Valladolid soñar. Con su icónico moño, en esta última etapa, Borja Fernández se ha convertido en símbolo de éxito, carácter, lucha, equipo, y compañerismo.
Ahora el gallego emprenderá una nueva etapa, y lo hará, por supuesto, en su casa, en el Real Valladolid.
Gracias por tanto, Borja.