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Cien partidos para revivir el origen

El inicio de los duelos entre Real Valladolid y RC Celta de Vigo se remonta a un lejano 22 de febrero de 1931 en Tercera División, cuando los dos clubes trataban de hacerse un hueco en la élite fútbol nacional

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En los primeros meses de 1931 Valladolid respiraba aires de cambio. La ciudad vivía agitación política y social en un contexto nacional de nuevas corrientes, de inquietud, de reivindicación. Febrero trajo elecciones municipales en la ciudad mientras que las organizaciones sindicales, estudiantiles, culturales, se creaban y multiplicaban tras la dimisión de Primo de Rivera el año anterior y los intentos del rey Alfonso XIII por asentar los mandatos. Una efervescencia que también tuvo reflejo en el deporte, con el recién creado Real Valladolid Deportivo que quería hacerse un hueco en un fútbol nacional que daba sus primeros pasos organizativos. Fue en ese contexto cuando tuvo lugar el primer enfrentamiento entre castellanos y RC Celta de Vigo.

El 22 de febrero del año 31 los campos de la Sociedad Taurina, esquina Paseo Zorrilla con Domingo Martínez, abrían sus puertas para recibir a los gallegos. Fue una tarde de especial expectación, la mejor entrada de aquella temporada 1930-1931 hasta la fecha para una ciudad que contaba aproximadamente con 90.000 habitantes y una provincia con 311.000 vallisoletanos. No había otra manera de ver al Pucela, por el momento, a pesar de lo prometedor de lo que había logrado la Universidad de Waseda en Tokio diez días antes, cuando por cable consiguió la primera retransmisión experimental televisiva de un evento deporitvo, un partido de béisbol. Los vallisoletanos no se quisieron perder un partido muy importante en la lucha por el ascenso a Segunda División.

Vallisoletanos y vigueses se enfrentaban en el grupo I de Tercera. Eran los dos favoritos para ocupar la primera posición, la única plaza que daba acceso a seguir jugando por promocionar. La igualdad era máxima entre dos entidades de reciente creación, ya que el Celta fue fundado en 1923, solo cinco años antes de que Real Unión Deportiva y Club Deportivo Español uniesen sus fuerzas. Así que aquella tarde se vivió un precioso día de fútbol, con la trascendencia que tienen las cosas que se están construyendo para consolidarse.

Irigoyen, Chacartegui I, Chacartegui II, David, Antón, Grande, Cimiano, Susaeta, Anduiza, López y Quiroga fueron los once blanquivioleta que saltaron al campo a defender las pretensiones castellanas. El "juego codicioso" de los locales, cuentan las crónicas, logró su fruto a los 25 minutos con el 1-0 obra de Susaeta. Pero el Celta, que en juego igualó las fuerzas de los vallisoletanos, encontró el empate poco antes del descanso. Un 1-1 que fue definitivo, a la postre, y que mantenía la pugna en esta recta final de competición, ya que se trataba de la jornada 12 de las 14 que tenían que disputarse. 

Finalmente, y por dos puntos de diferencia, fueron los gallegos los que finalizaron en primera posición y, tras superar la promoción, obtuvieron una plaza en Segunda. Eso sí, no tardarían ambos clubes en volverse a encontrar, ya en el escalón de plata, en la temporada 1934-35, para dar continuidad a una historia que este sábado 15 de marzo alcanza los 101 partidos.

Un centenar de encuentros vividos que hablan de la fortaleza ante el paso del tiempo, de la resistencia, de semillas que han ido creciendo hasta convertirse en árboles fuertes. Con sus reveses y sus alegrías, con ambos clubes que vivieron décadas de gloria y otras de sombra, incluso con descensos a la categoría de bronce, para recuperarse y volver a la élite. Sobre todo, una Historia que refleja sentimiento a lo largo de cien partidos repartidos en todas las décadas desde hace más de 90 años, y de unos colores blanquivioleta que son identidad de la provincia que fue, somos y será, de una manera de sentir, pensar y vivir.

 

Fotografía publicada el martes 24 de febrero de 1931 en la edición de El Norte de Castilla.