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50 años de fútbol femenino en el Real Valladolid

Las hermanas Orobón recuerdan la semilla de un equipo que comenzó en 1970, continuó en 2010 con la generación de Tania Castro y se consolida en 2024 con la misma pasión blanquivioleta

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Hay que echar la vista atrás, mucho más allá de lo que a priori se podía imaginar, para llegar a la semilla de lo que hoy es la estructura de fútbol femenino del Real Valladolid. Han pasado más de 50 años desde que las primeras mujeres defendiesen la blanquivioleta y, con motivo del 8 de Marzo, dos de aquellas pioneras comparten la trayectoria de un equipo que ha evolucionado en tres fases desde que en 1970 las gradas del viejo Estadio José Zorrilla presenciaran, llenas de curiosos, los primeros pasos anómalos de lo que ahora se abre paso con fuerza hacia la normalidad.

Carmen y Toñi Orobón fueron dos de aquel grupo de mujeres que, por primera vez, se enfundaron la zamarra del Real Valladolid. Corría el año 1970 y un grupo de amigas, con Santiago Gallego como presidente de una entidad que atravesaba uno de sus peores momentos deportivos, logró confeccionar una plantilla para poder jugar al fútbol. Pasión para algunas, novedad para otras, el público respondió en esos duelos amistosos, con el enfrentamiento ante el Sizam de Madrid como gran aliciente, que posiblemente por primera vez en la ciudad ponían a dos equipos formados por féminas a celebrar un partido de fútbol.

Aquella semilla tardó demasiado en germinar. El fútbol femenino, que registró uno de sus primeros partidos en España en 1914 y que empezó a coger auge en los 70, con partidos con numerosa afluencia de público, el primero de la selección española y el primer campeonato oficioso de clubes, prácticamente desapareció a pesar ed su reconocimiento federativo en 1980. Tanto que Tania Castro (38 años) fue, en 1991, la primera niña federada en fútbol mixto en Castilla y León, para después, en 2010, formar parte del Real Valladolid que disputó durante dos cursos la Superliga femenina.  

Ella es ahora entrenadora de cantera y forma a esas pequeñas que, hoy sí, pueden soñar con dedicarse profesionalmente al deporte que aman. Una evolución que, en clave pucelana, se ha consolidado en esta década de los años 20 del siglo XXI con la creación de una estructura de base que tiene su punta de lanza en el equipo sénior del Real Valladolid Simancas en el que juega Paula Martín (23 años).

Por ello, para hablar de este largo y sinuoso camino, de sus obstáculos y sus alegrías, sobre el césped de Zorrilla se citan en una charla intergeneracional Carmen, Toñi, Tania y Paula, tres etapas diferentes, las que abrieron camino, las que lo continuaron y las que buscan fortalecerlo de manera definitiva. 

De respeto y núcleo familiar
Las cuatro mujeres comparten varias cosas. Su pasión por el fútbol, y en concreto por el Real Valladolid, es una de las principales. Pero también que todas ellas encontraron en su familia el apoyo necesario para practicar fútbol. “Es algo condicionante a la hora de que te decidas a practicar, si tu entorno te apoya dices, adelante” reconoce Tania, quien comparte como su abuela y su abuelo seguían los partidos por la radio, como a buen seguro hacían en la familia Orobón en la que hermanas y hermanos se impregnaron de fútbol gracias a la devoción de sus padres. Lo mismo que los de Paula, una familia “del Real Valladolid y súper futboleros, mis padres llevan toda la vida viajando por España siguiendo al Valladolid”.

Lo que he ido cambiando, en opinión de las jugadoras, es el respeto hacia las deportistas. Cuentan Carmen y Toñi que “es extraño que hace 50 años nos tuvieran respeto a nosotras, podían habernos dicho ‘vete a fregar’ pero nunca jamás oímos nada”; mientras que Tania y Paula tienen otro tipo de vivencias. “Para mí es difícil no recordar un episodio en el que se te haya faltado al respeto o sido machistas, y lo recuerdo desde pequeñita, a los papás y las mamás de los rivales dirigirse a los niños y decirles ‘aprovéchate y tócala el culo’, cosas así a su propio hijo, te vienen a la memoria recuerdos un poco feos” afirma la hoy entrenadora del alevín femenino, mientras que Paula completa con otro de los comentarios otrora habituales, y cada vez más arrinconados: “cuando jugábamos contra chicos, les quitabas el balón y los padres decían ‘cómo te lo va a quitar esa chica’ y se enfadaban, creo que en los últimos años la gente no hace ese tipo de comentarios”.

“Quiero ser futbolista”
Sobre ese césped en el que hoy hablan tres generaciones jugará, dentro de unos días, Paula Martín, como ya hizo el año pasado. También Carmen y Toñi jugaron en Zorrilla, aunque en su anterior emplazamiento. Mientras que Tania, a pesar de haber militado en la máxima categoría del fútbol nacional, nunca tuvo ese privilegio que anhelaban los niños y, ahora, también las niñas.

Porque el fútbol femenino ha alcanzado la posibilidad de soñar. Y no es cosa menor. “Preguntamos a las niñas qué quieren ser de mayor y te dicen ‘futbolista’ –relata Tania Castro-. Que vean ese sueño realizable, eso es lo más. En su día para nosotras era impensable ganarnos la vida con ello, y que las niñas tengan esa ilusión y esa meta es significativo, algo de camino hemos abierto” inicia, y Paula completa con otra anécdota: “Me hace ilusión que las niñas tengan esa ilusión por estar donde estoy yo ahora. Por ejemplo, vas en el autobús con la ropa del Club, porque tienes que ir a entrenar, y hay niñas que se fijan y preguntan ‘¿juegas en el Valladolid? Ojalá juegue yo algún día’, cosas que antes ni me imaginaba”. 

“Son pasitos que hemos ido dando, y vosotras tenéis que seguir para que las peques sigan” pasa el testigo Tania a Paula, quien agradece a Carmen y Toñi “todo lo que habéis conseguido para que ahora nosotras podamos estar aquí, disfrutando de esto”.

De hecho, Carmen descubrió en esta charla la cantera del Real Valladolid Femenino. “Cantidad y calidad, si de 50 niñas te salen cuatro, genial, que el Club y el equipo femenino vayan para arriba” aseguró la veterana, mientras que Tania explicó que “hace diez años el Club apostó por lo absoluto, genial, ahora desde abajo y ha ido creciendo muchísimo, las cosas se están haciendo muy bien y el Club apuesta por el femenino”.

El Real Valladolid en el ADN
Carmen, Tania y Paula llevan al Pucela tatuado en el corazón. No es un tópico, ya que Orobón es una de las abonadas con más antigüedad, mientras que Tania y Paula están unidas a la familia blanquivioleta desde la cuna. Por eso, son voces autorizadas para hablar de la pasión por defender estos colores.

“Para mí, de lo más grande. Ni cine, ni música ni nada, el fútbol es todo y el Valladolid más. Y de todos los deportes, de baloncesto, balonmano, hockey línea…” repasa Carmen Orobón. “Eso es amor”, responde Tania, quien ha hecho del deporte su profesión y que “al Pucela siempre lo he llevado en mi ADN, donde he ido, siempre orgullosa, para mí es muy especial poder estar hoy en este pedazo museo que es Zorrilla, es algo que te llevas de por vida, un recuerdo precioso”. Por último, la más pequeña, Paula, también hace gala de un sentimiento tan especial. “Cada vez que entro aquí me emociona, el Real Valladolid es parte de mi familia, mis padres llevan toda la vida trayéndome aquí… emociona”, concluye con voz entrecortada.

Y es que 50 años han supuesto muchos cambios en la historia del fútbol femenino. Hitos que van desde su reconocimiento, federación de futbolistas, primeros campeonatos nacionales, y que recientemente ha tenido otro gran momento con la selección española absoluta proclamándose campeona del mundo. Pero, seguramente, el mayor de los avances, por el que se sigue trabajando cada día, sea el hecho de que las niñas puedan soñar y puedan disfrutar de este deporte con las mismas condiciones que lo hacen los niños. Tras los pasos de Carmen, Toñi, Tania y Paula, en representación de muchas mujeres, aún queda camino por recorrer.